El Castillo de Edimburgo es una antigua fortaleza que compone uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, además de uno de los más visitados. Con más de un millón de visitantes al año, el castillo se alza imponente sobre la colina de Castle Hill ofreciendo unas majestuosas vistas del centro de la ciudad.
Con tres de sus lados protegidos por escarpados acantilados, la única vía de acceso al castillo es la empinada Castlehill, en el comienzo de la Royal Mile, una de las avenidas más concurridas de la ciudad que trascurre hasta el Palacio de Holyroodhouse. El castillo está formado por un extenso recinto que necesita varias horas para ser visitado.
Todos los días a la una del mediodía (excepto los domingos) ocurre un acontecimiento muy especial en el castillo que reúne a todos los visitantes para observar una curiosa tradición que se lleva a cabo desde 1861. A la una, con una impresionante puntualidad británica, el General de Artillería acude a disparar un moderno cañón, que hoy en día perpetúa la tradición, pero que funciona sobre todo como reclamo turístico.
En sus comienzos, el disparo del cañón indicaba la hora a los marineros y a la gente del pueblo, para que pudieran sincronizar sus relojes (si los tenían). Otro de los dispositivos públicos utilizados con esta finalidad era la bola del tiempo que se instaló en el Monumento a Nelson en 1852, pero los días de niebla no resultaba muy eficaz.
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